Todos sabemos que el mundo está lleno de gente que, no solo no suele tomar decisiones, sino que odia tenerlo que hacer. Sin embargo continuamente nos encontramos ante problemas cotidianos o de profundo calado y con retos emergentes ante los cuales nos posicionamos y decidimos.
El proceso de decisión debe abordarse en lo concreto sin perder la perspectiva global. Efectivamente, un primer análisis inmediato puede justificar una decisión rápida (a menudo es la mejor) pero puede no estar alineada con la perspectiva estratégica global, ni haber considerado las opciones de un benchmarking, ni analizado el riesgo. Esta perspectiva estratégica global es esencial, sin embargo hay que evitar la burocratización del proceso y ralentizar la solución.
La toma de decisiones no siempre es una elección entre varias opciones existentes. A veces se trata de inventar/desarrollar la solución. Los nuevos retos suelen requerir nuevas ideas, nuevas propuestas.